sábado, enero 10

Everyday



Me gusta mirar a la gente y a los perros, debe ser porque cada vez que lo hago me pongo triste, y además, porque atraviesan mi cabeza miles de ideas locas y a la vez fugaces, que me dan un poquito de esperanza y optimismo para seguir haciéndolo y creer que alguna vez todo lo que mire me alegrará. Hoy en Los Héroes, me di cuenta que eso nunca podrá ocurrir, que nunca podremos estar todos contentos, que siempre habrá alguien a quien aquella felicidad no podrá cubrir, porque siempre siempre habrá algo por lo que ser infeliz, ¿cómo no?, y entonces qué hacer, esa es mi pregunta, qué es el mundo sino un nido de almas infelices tratando de sobrellevar una vida, ¿no buscamos la felicidad? ¿cuál es el fin? Miro y miro y no veo respuestas en ninguna de esas caras cansadas, perdidas sin rumbo alguno, caras entregadas a la rutina como si todo estuviera escrito y fuera el vil destino el causante de su miseria, como si nada pudiera cambiar. Yo creo que si, que si se puede cambiar, pero cómo hacerlo si veo al del lado muriendo en su vacío, ahogándose en su sin sentido? Es difícil, podría partir por el de al lado, al primero que veo cada mañana aferrado a su rutina, a ése hombre que al no saber que la vida es más que trabajar para darle lo que necesita a su familia, pierde lo escondido que hay detrás del vivir cada día. Pero, pero, pero... ¿qué hago? el hastío de la vida me lo impide, me transformo en parte de su rutina y no soy nada más que otro de sus hitos en su ya repetido camino.

¿Qué hacer cuando todo absolutamente todo te parece miserable? Tu papá, el vecino, la abuelita sentada en la calle, los perros de la calle, el chofer de la micro, tu amigo, el vendedor, el del asiento de al lado, tu hermano, tu tío, tu abuela, tu mamá, tu profesora, el señor de la micro, la señora del supermercado, la niña del restorant, la cajera, el cartero, la promotora, el obrero, el gatito de la esquina, la señora que cose, el abuelito del hospital el señor de los autos, el ciego del paseo ahumada, la señora del banco, etc, etc.

Me sumo en mis ideas fantaseosas y me encierro en el mundo utópico de que algún día se realizarán todas mis ideas locas y ya no fugaces; un día lanzaré una piedra para quebrar todas las vitrinas del mundo, para que así todos los pájaros puedan volar, volar y volar, sin rumbo, felices... porque todo pájaro tiene que y debe volar.

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